«La sostenibilidad ambiental y las nuevas tecnologías son tendencias clave para el sector agroalimentario catalán este 2025»

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Josep Usall, director general del IRTA, en la sede de Torre Marimon.

Para el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), 2024 ha sido un año intenso, en el que se ha continuado impulsando un importante relevo generacional y se ha empezado a desarrollar el Plan estratégico 2024-2027. Este plan incluye retos científicos tan relevantes como contribuir a optimizar la gestión del agua, impulsar la transformación digital del sector agroalimentario o fortalecer la resiliencia frente a los riesgos biológicos emergentes. Ya iniciado 2025, hablamos con el director general del IRTA, Josep Usall, sobre los grandes desafíos del sector en Catalunya.

¿Hacia dónde va, el sector agroalimentario?
Si existe una palabra clave, es la sostenibilidad, que incluye la económica y la social, ambas imprescindibles, y la ambiental, por la que debemos trabajar más que nunca, produciendo con un menor impacto sobre el medio ambiente. Y una segunda tendencia que está tomando mucha fuerza en nuestro sector es la adopción de nuevas tecnologías, las cuales serán, de hecho, una herramienta esencial para lograr esa sostenibilidad.

Nuevas tecnologías tanto en el sector primario como en la industria...
Al sector primario le está costando más: su realidad hace que sea más tradicional y, por lo general, las nuevas tecnologías no se diseñan para este sector, lo que dificulta que se adapten a sus necesidades. Pero se está trabajando en ello con mucha intensidad. En el sector industrial, la tecnología está entrando con fuerza, sobre todo en dos ámbitos: la gestión de los datos y la robotización. 

¿De qué manera?
Generamos muchos datos que no utilizamos, pero si fuéramos capaces de gestionarlos correctamente, nos aportarían una información muy útil a la hora de tomar decisiones; nos permitirían saber en qué situación estamos o cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles. Los datos son y serán imprescindibles en el futuro. Ahora debemos saber cómo gestionarlos eficientemente, ya que cada vez tenemos más mecanismos y sensores para obtenerlos. También, los datos, junto a las nuevas tecnologías, nos ayudan a asegurar la trazabilidad de los productos; es decir, nos permiten registrar y conocer todos los procesos por los que ha pasado un producto alimentario, lo que da mucha seguridad al sector y a los consumidores.

Y en cuanto a los robots...
Deben ayudarnos a realizar tareas para las que no se encuentra mano de obra especializada. La falta de este personal ya es uno de los mayores desafíos del sector, que puede poner en riesgo su viabilidad. Al mismo tiempo, la robotización debe permitir que estas tareas puedan ganar en eficiencia y, por tanto, mejorar su sostenibilidad. Y, si bien la aparición de nuevas herramientas como los robots generará una disminución de ciertos perfiles profesionales, por otra parte nos llevará a la necesidad de nuevos perfiles de mayor valor añadido y mejor remunerados.

¿Y la inteligencia artificial (IA)?
La IA es otro mundo. Me cuesta poder imaginar cómo será el futuro, cuando esté totalmente implantada, pero es muy posible que tenga un impacto muy superior al que tuvieron la revolución industrial o la revolución verde. Con la IA se perderán puestos de trabajo, incluso de profesiones muy especializadas, pero también nos abre muchas oportunidades que habrá que aprovechar, por lo que debemos informarnos y prepararnos al máximo. En el IRTA hemos realizado jornadas de formación sobre este tema a lo largo de 2024, y ya tenemos varios proyectos en marcha.

 

La IA se está introduciendo en la cosecha de manzanas de Girona.

Así pues, ¿qué deben tener en cuenta las empresas agroalimentarias catalanas, en el contexto actual?
Hasta ahora, la industria agroalimentaria catalana ha sido muy competitiva por ser dinámica e innovadora. Ha logrado ofrecer buena calidad y buenos precios, lo que le ha permitido exportar y consolidarse como principal sector industrial de Catalunya y como uno de los más importantes de Europa. El binomio innovación-precio ha funcionado muy bien. Pero ahora es el momento de convertirlo en un trinomio: hay que añadir a los consumidores y consumidoras y a la ciudadanía en general. Es necesario que los tengamos a nuestro lado y que valoren el trabajo tan importante que hace el sector para poder suministrar, día tras día y cuidando del entorno, alimentos seguros y de calidad.

¿Y qué supone este trinomio?
Pues, justamente, pensar en las personas y en sus demandas nos lleva a minimizar el impacto ambiental. Para seguir siendo competitiva, la industria agroalimentaria catalana tiene el gran reto de reducir su impacto en el medio ambiente e incrementar el nivel de renta de los productores mientras innova. Grandes multinacionales del sector exigen cada vez más garantías en este sentido a sus proveedores, algunos de los cuales son, precisamente, nuestras empresas agroalimentarias. Y esto se debe a que los inversores de las multinacionales también están cambiando sus prioridades, empujados por el cambio de mentalidad de los consumidores, que al final son el gran motor de transformación y de cambio.

"Para seguir siendo competitiva, la industria agroalimentaria catalana debe reducir su impacto en el medio ambiente e incrementar el nivel de renta de los productores mientras innova"

¿Qué importancia tiene la producción primaria en el impacto ambiental?
El sector de la transformación tiene impacto, pero los datos nos indican que el sector productivo tiene más. Esto no quiere decir que sea el sector con mayor impacto, ni mucho menos, pero hay que ser conscientes de ello y conocer qué eslabones de la cadena tienen un mayor potencial de mejora. Necesitamos un gran esfuerzo conjunto, y más teniendo en cuenta que el sector agroalimentario catalán está muy verticalizado: hay grandes empresas que controlan la producción, la transformación e incluso el punto de venta. Y, repito, los consumidores piden, cada vez más, saber cómo se han producido los alimentos.

¿Cuáles son los obstáculos más relevantes para innovar reduciendo el impacto ambiental?
Hay tres grandes retos. Primero, como comentaba antes, el sector agroalimentario suele adoptar tecnologías desarrolladas en otros sectores, como el eléctrico o el de la construcción, por lo que es necesario readaptarlas. Segundo, adoptar y adaptar nuevas tecnologías, ya sea para la producción o para la sostenibilidad ambiental, tiene un coste que, a corto plazo, puede reducir la competitividad de las empresas agroalimentarias, aunque después puedan ser muy rentables. Y esto se debe a que, en nuestro país, trabajan con márgenes muy ajustados y, en algunos casos, por debajo del precio de coste. Es importante que los gobiernos definan bien qué políticas de ayudas deben implementarse. Y tercero: hace falta conciencia sobre la importancia de ser más sostenibles e introducir nuevas tecnologías. Existen cadenas de valor que están ganando mucho dinero que destinan a realizar inversiones o a comprar otras empresas y, desde mi punto de vista, les falta una visión más a largo plazo, ya que las inversiones en innovación —que no el gasto— se traducirán a la larga en sostenibilidad económica.

 

La agricultura regenerativa y de secuestro de carbono cuida el suelo y mitiga las emisiones de CO2.

Europa tiene mucho peso en la regulación del sector agroalimentario.
En los últimos meses ha habido un cambio de rumbo en la Comisión Europea que espero que se consolide, pero a menudo no tienen suficientemente en cuenta el sector y, en concreto, la realidad de los países mediterráneos. Asimismo, nuestro sector agroalimentario no ha sabido hacer suficientemente de lobby en Europa, como sí lo hacen otros territorios. Cuando digo lobby, hablo de saber contar la realidad de aquí. Con datos técnicos, con buenos argumentos, remarcando que el sector está haciendo un gran esfuerzo para reducir su impacto ambiental y poniendo en valor su rol en el desarrollo de las zonas rurales, en la fijación de población en el territorio o en la gestión del medio natural.

"Nuestro sector agroalimentario no ha sabido hacer suficientemente de lobby en Europa, como sí lo hacen otros territorios"

Desde el ámbito de la investigación, ¿se hace suficiente transferencia para facilitar las cosas al sector?
En el caso del IRTA, la transferencia del conocimiento que generamos está en nuestro ADN. Cada año realizamos unas 700 actividades de diseminación para unas 50.000 personas. Cuando diseñamos nuestra investigación, ya lo hacemos pensando en los retos a abordar, pero seguro que podemos hacerlo mejor y de manera más eficiente. Sin embargo, es cierto que en Catalunya, en España, y en Europa somos muy buenos generando conocimiento y nos cuesta más implementarlo. Para incentivar la transferencia, es necesario el interés propio de los investigadores e investigadoras y se necesitan políticas gubernamentales, así como una mayor conciencia de las empresas y de las organizaciones empresariales. En definitiva, es necesario un pacto nacional que afecte a todos los ámbitos. Un ejemplo: ¿cómo es posible que se valore a los investigadores e investigadoras con muchos criterios, pero sin contar la innovación y la transferencia de conocimientos que hacen? Esto, en el IRTA, ya lo hemos cambiado, y en nuestro sistema de evaluación lo consideramos.

 

Una actividad de transferencia al sector cárnico llevada a cabo en el IRTA Monells en 2024.

Antes hablábamos de los puestos de trabajo. ¿Cuál es la situación actual?
Se necesitan muchos puestos de trabajo que no pueden cubrirse. Desde profesionales operativos, ya sea en la industria, en las salas de despiece de la carne o en la cosecha de fruta en el campo, hasta personas altamente cualificadas, como profesionales de la ingeniería, la informática, la agronomía o la veterinaria. No encontramos veterinarios ni veterinarias que quieran estar en mataderos, en granjas o en el propio IRTA. Al sector agroalimentario le falta mano de obra especializada y formada, lo que dificulta su modernización.

"Al sector agroalimentario le falta mano de obra especializada y formada, lo que dificulta su modernización"

Y esto, como comentábamos al principio, seguirá evolucionando con la imparable digitalización del sector...
Para entender bien esta situación, debemos considerar cuatro aspectos relevantes. Primero, los salarios del sector agroalimentario no son demasiado competitivos porque los márgenes son menores que en muchos otros sectores. Segundo, el actual sistema de formación dificulta generar perfiles profesionales especializados como los que necesitamos. Tercero, las empresas deben tomar conciencia de que la formación continuada de sus trabajadores y trabajadoras es fundamental, lo que implica que una parte del tiempo es para formarse y prepararse para los nuevos retos. Y, finalmente, es necesario dignificar el sector. No hemos sabido hacerlo atractivo, especialmente para las personas más jóvenes. Ni lo hemos contado bien.

¿Falta comunicación?
Sí. También en el IRTA. Si no comunicas, otro lo hará por ti. Esto es especialmente relevante en el sector cárnico. Y, en general, en la industria agroalimentaria. Por ejemplo, no hemos transmitido suficientemente las garantías de calidad y seguridad alimentaria que ofrece la industria. En el nuevo Plan estratégico del IRTA indicamos que queremos trabajar para contar y generar opinión sobre los temas que más conocemos. Y ya nos estamos ocupando de ello.

Esta entrevista es un ejemplo de ello. ¿Qué otras iniciativas son importantes para que el talento quiera quedarse?
Por un lado, la formación dual. Hacen falta acuerdos con los centros de formación profesional para que parte del aprendizaje sea directamente en las empresas. Asimismo, las empresas deben saber que esto supone un salario que será una inversión a medio plazo, y deben hacerlo conjuntamente con la administración. Por otra parte, en el sector agroalimentario suele haber mucha rotación y, para revertirlo, es necesario que los equipos de recursos humanos no sean solo un centro de contratación y pago de nóminas, sino que también creen mecanismos de fidelización. Cada día más, las personas valoran la flexibilidad, el impacto social de su trabajo o qué van a aprender durante su etapa profesional, más allá del sueldo o de si el contrato será indefinido.

En este contexto, y para ir finalizando: ¿cómo se presenta, 2025, en el IRTA?
Tenemos mucho trabajo por delante, muchos retos entre manos y una presión muy grande del sector para que les ayudemos, pero tenemos un equipo muy comprometido y muy bien formado. Esto nos da garantías de que podremos responder de forma adecuada y que podremos seguir ayudando al sector en este proceso imparable de transformación. También quisiera destacar que este 2025 celebraremos el cuarenta aniversario de la institución: cuarenta años generando conocimiento e impacto. Y queremos ponerlo en valor.

PUBLICADO EL

27/02/2025

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