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20/05/2020

Se establecen por primera vez la temperatura y el tiempo necesarios para desinfectar espacios cerrados y superficies de coronavirus

A partir de un estudio del IRTA, la empresa Techtrans Systems (OPPgroup) desarrollará un sistema de desinfección de autobuses, trenes, taxis o ambulancias

El 99,99% de la carga vírica de coronavirus presente en espacios cerrados y superficies se inactivaría si éstos se sometieran a una temperatura de 56˚C durante 52 minutos o, lo que sería equivalente, a 65˚C durante 7,5 minutos. Es la conclusión principal de un estudio elaborado por investigadoras del IRTA que concluye que la desinfección térmica puede ser una buena alternativa a la química en espacios y superficies con SARS-CoV-2 porque no deja residuos y los espacios y superficies permanecen secos. 

El estudio fue encargado por la empresa Techtrans Systems (OPP group), que hasta el momento ha desarrollado un sistema de desinfección térmica de camiones para el transporte de animales, DrySist, y que a partir de los datos del estudio del IRTA lo adaptará para desinfectar de SARS-CoV-2 espacios cerrados como los vehículos de transporte público: autobuses, taxis, trenes o ambulancias, entre otros.

El objetivo del estudio era caracterizar la resistencia térmica de los coronavirus para obtener los parámetros necesarios para evaluar la eficacia de un sistema de desinfección térmica frente al SARS-CoV-2. Para llevarlo a cabo, las investigadoras realizaron una revisión exhaustiva de los trabajos científicos disponibles sobre la inactivación térmica de diferentes coronavirus; a continuación, construyeron un modelo matemático para desarrollar los denominados parámetros cinéticos de activación térmica, como son el tiempo necesario para reducir en un 90% la carga viral (DT) y la constante de resistencia térmica (z), que describe cuantitativamente la sensibilidad del patógeno al incremento de la temperatura de un tratamiento. 

«El resultado son equivalencias de letalidad térmica, es decir, combinaciones de tiempo y temperatura que garantizan un determinado nivel de eliminación del coronavirus», explica Sara Bover, jefa del programa de investigación de Seguridad Alimentaria del IRTA y líder del estudio. «Es un procedimiento necesario para validar un tratamiento térmico frente a cualquier patógeno, pero hasta el momento no se habían descrito los parámetros cinéticos representativos para los coronavirus», añade. 

Las condiciones que afectan la viabilidad y el tiempo de supervivencia del nuevo coronavirus no se conocen con certeza, y la información científica sobre su persistencia térmica es muy escasa. Hasta ahora, la temperatura que se ha tomado como referencia para inactivar los virus como el SARS-CoV-2 es la referencia del coronavirus anterior, el SARS-CoV-1, que se inactiva a una temperatura de 56˚C durante 15 minutos (OMS, 2003). «Por la incertidumbre de la información disponible y la variabilidad entre los diferentes coronavirus, una estimación más segura y conservadora del tiempo necesario para inactivar en un 99,99% la carga vírica (equivalente a las 4 unidades logarítmicas que se exige a los biocidas químicos) sería someter los espacios y las superficies infectados como mínimo a 56˚C durante 52 minutos, o a una combinación equivalente», apunta Bover. 

«Si el objetivo de la desinfección fuera llegar a una reducción del 99,99999% (es decir, 7 unidades logarítmicas) del SARS-CoV-2, por ejemplo, en ambientes con más contaminación clínico o el hospitalario, sería necesario aplicar un tratamiento equivalente a 56˚C durante 90 minutos», puntualiza la investigadora del IRTA. 

A partir de este estudio, la empresa Techtrans Systems (OPPgroup) adaptará su sistema de desinfección de camiones para el transporte de animales, DrySist, para que pueda aplicarse a la desinfección de SARS-CoV-2 en entornos urbanos y públicos. El sistema DrySist se utiliza, por ahora, para desinfectar vehículos de transporte de cerdos frente a patógenos como la salmonela, la Listeria monocytogenes y el virus del síndrome reproductivo y respiratorio porcino. El IRTA contribuyó, en su momento, a la validación de este sistema desarrollado por OPP y Castañé.