A lo largo de los últimos tres años, Georgina Alins y Maite Martínez Eixarch, investigadoras del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias), han liderado, respectivamente, los proyectos AgriRegenCat y AgriCarboniCat, ambos financiados a través del Fondo Climático de la Generalitat. Son dos ambiciosos proyectos de investigación e innovación que exploran cómo aplicar las técnicas de la agricultura regenerativa y de secuestro de carbono en Cataluña. A finales de año presentarán sus conclusiones, y ya nos adelantan que necesitarán seguir investigando, a la vez que recuerdan que, en la actual situación de cambio climático, la agricultura no tiene más opción que ser sostenible ambientalmente. Mientras, han llevado a cabo varias acciones de divulgación científica y sensibilización, como la edición de un cuento, La Rita i el millor pa del món (Rita y el mejor pan del mundo), que se presentó con motivo de Sant Jordi.
¿Qué significa, exactamente, agricultura regenerativa?
Georgina: Es un tipo de agricultura que, como todas, tiene el objetivo de proveer alimentos para la población, y su forma de hacerlo es poniendo el foco en el suelo y en su capacidad de beneficiarnos o, dicho técnicamente, de proveernos servicios ecosistémicos. Uno de esos beneficios es la biodiversidad, es decir, la diversidad de organismos vivos.
Maite: Los microorganismos y los organismos invertebrados que viven dentro o fuera del suelo son la base de la red trófica, de la cadena alimentaria. Favorecen la biodiversidad y, además, ejercen funciones esenciales para la salud del suelo, como el reciclaje de nutrientes y el mantenimiento de una estructura porosa que mejora la capacidad de retención de agua. Tras muchos años de agricultura intensiva, y con el agravante de los efectos del cambio climático, muchos suelos están degradados y tienen menos biodiversidad, lo que puede comprometer el futuro de la agricultura. Además, unos suelos más sanos pueden retener, o secuestrar, más carbono de la atmósfera y, por tanto, reducir los gases de efecto invernadero.
¿Cuáles son las prácticas más características de la agricultura regenerativa?
Georgina: Pues dependen mucho del cultivo, de las condiciones y de los problemas que queramos solucionar. Por ejemplo, en suelos muy degradados, primero ponemos el foco en entender qué prácticas agrarias han producido este proceso de degradación. Después buscamos las soluciones que técnica, económica y ambientalmente son más adecuadas. Podríamos decir que la agricultura regenerativa es muy personalizada, que depende mucho del contexto. Pero, básicamente, hablamos de dos tipos de actuaciones: proteger el suelo y promover la biodiversidad.
¿Cómo se concretan?
Georgina: Hay algunas prácticas agrarias que caracterizan a la agricultura regenerativa. Por ejemplo, el no labrado del suelo o la minimización del labrado. O los cultivos de cobertura, es decir, plantas que se siembran para proteger el suelo, mejorar su fertilidad y biodiversidad, evitar la evaporación del agua y controlar las llamadas malas hierbas o las plagas. También es una práctica regenerativa utilizar la fertilización orgánica en lugar de la mineral, así como la inclusión de los animales, desde ovejas hasta asnos o gallinas.
Para que sea regenerativa de verdad, ¿debe incluir también a los animales?
Georgina: No necesariamente. La inclusión de animales debe ser provocada por una necesidad real. Es decir, el pasto de los animales es indicado si es la solución más adecuada para la tierra, y no puede hacerse de cualquier manera: su introducción también podría provocar una compactación del suelo y, por tanto, una disminución de sus propiedades beneficiosas. Es necesario mucho conocimiento y un apoyo técnico detrás.
¿Y cómo diferenciamos a la agricultura regenerativa de la ecológica?
Georgina: La agricultura ecológica tiene su origen entre finales del siglo XIX y principios del XX. En ese momento, se centraba en mantener y mejorar la fertilidad del suelo. Al principio la llamaban agricultura del humus, y después se la denominó agricultura orgánica, y muchos países siguen llamándola así, por la concepción del suelo como organismo vivo.
(...)
Georgina: Pero la agricultura ecológica ha ido evolucionando hasta que, en el momento actual, existen una serie de normativas muy estrictas, que dan garantías a los consumidores, pero que han perdido buena parte del espíritu inicial de proteger el suelo, que ya no es el foco de estas regulaciones. Debemos tener en cuenta que, para producir un centímetro de suelo que permita el crecimiento de las plantas, se tardan mil años. En este sentido, la agricultura regenerativa recupera la mirada que tenía la agricultura ecológica al principio, pero es más flexible, porque no hay normativas al respecto. Por tanto, puedes adaptar las soluciones técnicas con más libertad.
¿La libertad de aplicar de forma muy personalizada determinados productos fitosanitarios que no están permitidos en agricultura ecológica?
Georgina: En agricultura ecológica hay una lista de productos fitosanitarios y fertilizantes que se pueden aplicar. En el caso de Cataluña, se trata de una lista de obligado cumplimiento para los países que están en la Unión Europea. Si el producto no está en la lista, no puedes aplicarlo. En el caso de la agricultura regenerativa, no existe ninguna regulación escrita. Obviamente, esto tiene sus inconvenientes, porque cualquiera puede decir que hace regenerativa. Hasta ahora, lo que hay son recomendaciones técnicas que vienen del ámbito científico. Y, justamente, nosotras estamos viendo, desde Cataluña, qué técnicas son aplicables en cada caso específico.
¿El concepto de regeneración viene a sustituir al de sostenibilidad?
Maite: No exactamente. Sostenibilidad significa que lo que haces te permite garantizar la permanencia. Si hablamos de sostenibilidad ambiental, significa que puedas mantener las funciones ambientales. Si es económica, puedes garantizar tu producción. Y regeneración hace referencia a recuperar los procesos para que la sostenibilidad sea posible a todos los niveles.
¿Es un paso más?
Georgina: Sí.
Maite: La agricultura regenerativa es una herramienta para garantizar la sostenibilidad frente a las amenazas globales, como el cambio climático.
¿Y la soberanía alimentaria?
Georgina: La soberanía no la podemos contemplar sin que la ciudadanía revise sus hábitos alimentarios. Es imposible que todo el mundo coma tanta proteína de origen animal, porque en general no la necesitamos, y porque el planeta no puede soportarlo. Actualmente, tenemos unos desequilibrios nutricionales inasumibles a escala planetaria. Debemos redistribuir la riqueza planetaria.
¿Pero las prácticas regenerativas pueden hacer que dependamos menos de recursos externos?
Georgina: No necesariamente, pero debemos ir por este camino. Por ejemplo, si proponemos el uso de fertilizantes orgánicos en lugar de minerales, porque tienen un impacto menor, ¡que no vengan de otro hemisferio! Porque, si es así, me pregunto hasta qué punto esto puede considerarse regenerativo. La mayor parte de gases de efecto invernadero proceden de los transportes de mercancías. No podemos perder de vista el contexto.
Disponéis de más de dos millones y medio de euros para demostrar, en tres años y medio, que en Cataluña la agricultura regenerativa es buena para el medio ambiente y para el bolsillo de los productores...
Maite: Nuestro objetivo es saber qué prácticas regenerativas se pueden aplicar y adaptar al contexto específico catalán y cuál es su efecto en la calidad del suelo, la biodiversidad y la producción.
¿Podemos considerar que todavía son prácticas minoritarias?
Georgina: Poco a poco se van extendiendo. Hay más confianza y se va entendiendo cuáles funcionan bien y cuáles no tanto. Además, se van desarrollando tecnologías que permiten la adaptación y aplicación de estas prácticas. Por ejemplo, los manzanos son cada vez menos dependientes de la fertilización mineral y usan más la fertilización orgánica.
Recientemente, los compañeros del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) han presentado resultados positivos de un estudio sobre agricultura regenerativa en Cataluña. ¿Vuestros resultados van en la misma línea?
Georgina: Efectivamente, existen algunas prácticas agrarias regenerativas que están dando unos resultados muy prometedores. También hay que ver cómo estos resultados pueden variar en función del cultivo y el contexto. Y tenemos evidencia científica de ambas cosas. Esto es importante, porque una vez identificamos las prácticas que no son tan ventajosas en determinados cultivos, podemos buscar otras soluciones regenerativas.
¿Nos ponéis algún ejemplo?
Maite: En el caso de los arrozales, existe una práctica que consiste en introducir períodos de secado en los campos, de forma que no estén inundados todo el año. Pues estamos viendo que esta práctica es beneficiosa para la lucha contra el cambio climático, porque permite reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, en concreto de metano, de forma muy efectiva. Pero, en cambio, reduce la biodiversidad de especies acuáticas en los arrozales, como los cucharones, o renacuajos, que son las larvas de los anfibios. También se pierde población de algunos invertebrados.
(...)
Maite: Esto significa que la implementación de esta práctica debe considerarse en función del contexto concreto. En algunas zonas puede ir muy bien, pero en otras no, porque debe priorizarse la biodiversidad. Por lo tanto, debemos tener criterios a escala de paisaje que nos ayuden a saber qué priorizar.
Georgina: Otro ejemplo son las cubiertas vegetales en los cultivos leñosos. Si tenemos sistemas de riego, la cubierta vegetal es muy beneficiosa porque protege el suelo de la erosión, aporta materia orgánica, y hace que tenga una capacidad de retención de agua y de secuestro de carbono mucho mayor. Además, incrementa la biodiversidad, por su misma presencia, pero también porque hay muchos animales que se alimentan de la cubierta vegetal, potenciando así toda la cadena trófica. Pero existen cultivos leñosos de secano en donde, cuando tenemos sequías muy extremas, la cubierta vegetal compite por el agua con el cultivo. Y aquí debemos ser flexibles y, en años de sequías, reducir la cubierta total o parcialmente.
Maite: Son dos ejemplos de la gran complejidad de lo que estamos investigando. Debemos generar mucho conocimiento para poder afrontar esta complejidad y ofrecer diferentes opciones en varios contextos. De hecho, uno de los objetivos de nuestros proyectos es tener una batería de opciones regenerativas y saber dónde, cuándo y cómo aplicarlas.
Vais a necesitar más tiempo...
Maite: Sí. Los cambios en el suelo son muy lentos, y necesitamos mucho tiempo para poder observarlos y confirmarlos. Tres o cuatro años es relativamente poco. Nuestra idea es seguir con estas investigaciones.
Antes Georgina decía que los consumidores somos claves. ¿Qué mensaje daríais a los adultos y adultas, que somos quienes compramos la comida?
Georgina: Que necesitamos consumir productos de temporada y de proximidad, para favorecer la salud de las familias, su economía y la del sector. La compra de productos de temporada y de proximidad evita el traslado de mercancías a larga distancia: ¡Comamos cerezas los meses de mayo y junio y no en diciembre importadas del hemisferio sur! También, debemos revisar nuestro consumo de legumbres y de fuentes de proteína alternativas: Intentemos que nuestra dieta tenga el menor impacto ambiental.
Maite: Productos de temporada puede querer decir que han estado un tiempo guardados en cámaras, y está bien, porque lo importante es que se hayan cultivado en el momento y en el lugar que les corresponde.
Georgina: ¡Encontramos calabacines en el mercado los 365 días del año! Si estamos conectados con el sistema agrario y con los ciclos de la vida, recuperaremos de forma natural la época de comer calabacines, que es primavera y verano. Y en invierno comeremos col, brócoli y acelgas. Además, tenemos el privilegio de vivir en el entorno Mediterráneo, que nos permite obtener mucha variedad de alimentos durante todo el año.
Vuestros proyectos también se dirigen a la infancia a través del cuento La Rita i el millor pa del món (Rita y el mejor pan del mundo).
Georgina: Queríamos crear un proyecto divulgativo que llegara a la ciudadanía. Durante las conversaciones, surgió la idea de crear un cuento para llegar a un público diferente, los niños y niñas. Con el cuento, les explicamos que sembramos las semillas de trigo en otoño para tenerlo en verano. Que, para cultivar, es necesaria mucha paciencia y amar el campo y nuestro sector agroalimentario. Les transmitimos amor, respeto y empatía hacia el mundo agrario, que lo echa de menos, que siente incomprensión.
¿Qué respuesta ha tenido este cuento?
Georgina: Pues muy buena. Está gustando mucho, a pequeños y mayores.
¿Qué idea os gustaría que recuerden dentro de unos años, a raíz del cuento?
Georgina: El amor por la agricultura. Que tengan la ilusión de comer alimentos de temporada, que disfruten de ver que llegan las primeras fresas y cerezas. Y que sepan que no siempre podemos tener de todo. Que entiendan que esperar y tener paciencia compensa.
Tener paciencia es una parte importante de toda carrera científica. Georgina, en tu perfil de LinkedIn explicas que, desde adolescente, pensabas que la ciencia podía ayudar a combatir el hambre, y que te has llevado algún desengaño. ¿Qué te llevó al IRTA y a enfocarte en la agricultura regenerativa?
Georgina: La visión de una adolescente suele ser apasionada, radical y, por cuestiones de edad, con altas dosis de ingenuidad. Con los años tomas conciencia de la complejidad de todo, que a menudo es bastante abrumadora. Pero, precisamente por eso, la pasión por hacer de nuestro mundo un mundo mejor no decae, sino que sigue con fuerza. Investigar en el IRTA para contribuir a desarrollar y ofrecer soluciones sostenibles, como la agricultura regenerativa, es sin lugar a dudas enfocar la ciencia para reducir el hambre en el mundo.
Maite, en tu caso, eres bióloga y llevas dos décadas en el IRTA, en la Rápita. ¿Cómo han ido evolucionando tus inquietudes como investigadora?
Maite: Desde que empecé en el IRTA, mi interés ha sido estudiar cómo optimizar la relación entre la agricultura y el medio ambiente. Creo en unos agroecosistemas bien integrados en los sistemas naturales, que sean un continuo, de modo que su coexistencia represente un beneficio mutuo en distintos términos: económico y de provisión de alimentos; de biodiversidad de especies; de calidad del agua y del aire y, por supuesto, de mitigación del cambio climático. En los últimos años, esta relación está tomando mucha relevancia gracias a la concienciación del sector, de la ciudadanía y de las instituciones públicas. Esto hace que nuestra investigación pueda estar muy enfocada a entender y favorecer esa relación entre producción de alimentos, mitigación del cambio climático y mejora de la biodiversidad.
¿Y cómo os imagináis el futuro? ¿Puede la agricultura regenerativa contribuir al relevo generacional en el campo?
Maite: Ojalá que así sea. Yo deseo que haya explotaciones con mucha diversidad de cultivos y técnicas. Y un sector muy profesionalizado, que se sienta capaz y que tenga criterios técnicos para tomar las decisiones teniendo en cuenta la agricultura regenerativa. Porque una agricultura sostenible y respetuosa ya no es solo un valor añadido: es la condición necesaria para afrontar los escenarios de cambio climático que tenemos enfrente. No hay opción. Necesitamos estas herramientas. Me imagino un avanzar continuo y conjunto entre el sector y el ámbito técnico y científico.
Georgina: El acompañamiento técnico es fundamental y eso en el IRTA nos diferencia. Tenemos una fuerte conexión con el sector y con las administraciones públicas, lo que nos hace grandes, fuertes y efectivos. Pienso que estamos en el camino correcto, el de trabajar la sostenibilidad, tanto económica como ambiental, que no pueden disociarse más: estamos produciendo por encima de los límites planetarios, y no puede ser. Sin sostenibilidad económica, el sector agroalimentario catalán se hunde y perdemos soberanía alimentaria. Sin sostenibilidad ambiental, también se hunde, porque ahora tenemos producción, pero, en las próximas décadas, la producción se puede resentir.
Investigadora especialista en infraestructiures ecológicas y agricultura regenerativa
Investigadora, agroecología, mitigación cambio climático en agroecosistemas, secuestro de carbono, emisión gases efecto invernadero