Jaume Casadesús: “En el caso del agua en Cataluña, la gobernanza colectiva es el camino”

COMPARTE

Jaume Casadesús
Jaume Casadesús, en la terraza del IRTA Fruitcentre, con la llanura de Lérida al fondo.

Biólogo doctorado en Fisiología vegetal, e Ingeniero informático, Jaume Casadesús es el jefe del programa de Uso eficiente del agua en la agricultura del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias). Profundo conocedor de las necesidades de las personas que riegan los campos de cultivo catalanes, en primavera de 2023 vivió desde primera línea la situación de extrema sequía, y tiene claro cuál es el camino para estar más preparados cuando la escasez de agua regrese, porque va a regresar. Nos lo cuenta en esta entrevista, donde también revela otras curiosidades de su carrera profesional, como por ejemplo su conocimiento sobre los campos ucranianos afectados por el accidente nuclear de Chernóbyl de 1986.

Hace poco menos de una semana, se celebró el día Mundial del Agua, bajo el lema Salvemos nuestros glaciares. Los grandes glaciares de la Tierra pierden hielo y los del Pirineo, mucho más pequeños, también.
Que los glaciares del Pirineo o los grandes glaciares de la Tierra se derritan es un indicador de que las temperaturas medias de los veranos están subiendo. Esto se puede registrar, nunca habían estado en estos mínimos y debemos actuar. Es una alerta difícil de contradecir. Precisamente, los primeros indicios del cambio climático se declararon a raíz de la observación de los glaciares de la Antártida. Si bien en Cataluña no estamos conectados con el ciclo del agua de estos grandes glaciares, que se estén derritiendo demuestra que no podemos negar el cambio climático.

En Cataluña, la noticia climática de los últimos días es la lluvia, que está rellenando los embalses. ¿Pueden los agricultores respirar más tranquilos?
Más que hace un año, seguro que sí. Pero depende de dónde estén situados.

¿Debemos dividir Cataluña en dos partes, verdad?
Una mitad corresponde al oeste: la cuenca del Ebro, básicamente Lérida y parte de Tarragona. Es un área poco poblada, donde la actividad agrícola tiene bastante peso. Esta mitad de Cataluña se abastece, sobre todo, de agua del Ebro o de sus afluentes. Hay bastante agua y bastantes embalses. En esta parte no debería ser habitual que haya problemas de abastecimiento, los cuales, durante la sequía de 2023, estuvieron relacionados con la gestión que se estaba realizando, no solo con cuestiones climáticas. Hoy, podemos respirar bastante tranquilos. Hay reservas y queda nieve por fundirse. Por ello, incluso se deja correr el agua de los embalses en previsión de que llegue más, procedente del deshielo. Pero siempre tenemos que estar atentos, porque las reservas deben rellenarse cada año.

¿Y en la parte del este?
En esta parte, las cuencas internas catalanas, el riego se abastece de una combinación más variada de recursos hídricos, diferentes según la zona, en la que entran en juego tanto el agua superficial, como la de acuíferos como, en algún lugar concreto, también el agua regenerada de depuradora. Las cuencas internas disponen de menos del 40% del volumen de agua de Cataluña, hay menos embalses y de menor capacidad, pero, en cambio, en esa parte del territorio vive más del 90% de la población, la cual crece, y existe una actividad económica muy dinámica. La situación es de escasez crónica. Con la lluvia reciente respiramos un poco más tranquilos, pero necesitamos alargar el uso de esta agua que ahora cae, porque no sabemos hasta cuándo tendremos que fiarnos de ella. En el IRTA, nos fijamos en los agricultores y estudiamos cómo podemos afinar al máximo la eficiencia en el uso del agua tanto en la cuenca del Ebro como en las cuencas internas.

Un vehicle de l’IRTA de camí cap a assajos de camp, a Raïmat.
Un vehículo del IRTA en dirección a los ensayos de campo en Raïmat.

¿Qué cultivos o productores son los que más están sufriendo, en el actual contexto de cambio climático?
Los de las comarcas del Alt Empordà, el Priorat y el Baix Camp, donde la falta de agua está muy cronificada. En el Penedès, que típicamente era de secano, han tenido un episodio de varios años seguidos de poca pluviometría, pero no sabemos si en el futuro la lluvia volverá a la normalidad.

¿Quién decide cuándo y cuánto se riega?
Cuando se trata de agua superficial, la de los ríos o embalses, los agricultores suelen estar organizados en comunidades de regantes, que gestionan su distribución. Por otro lado, en el caso de los acuíferos, históricamente los campesinos abrían un pozo y cada uno iba por su lado, pero ahora estamos viendo que el agua es un recurso finito: si uno saca más agua de su pozo, quizás el otro se queda sin. Por eso, hace diez años empezaron a aparecer las Juntas de usuarios de agua. La primera fue la del Baix Ter, un caso de éxito, y después se han ido creando otras. Estas juntas agrupan a todos los usuarios: los agricultores, pero también los municipios y la industria. Los municipios tienen mayor capacidad de aportar recursos económicos y profesionales técnicos. Todos gestionan el agua de forma sensata porque todos están en el mismo barco y nadie quiere quedarse sin ella. Desde el IRTA, consideramos que es una fórmula que tiene mucho valor.

Hay mucho margen de mejora en el uso del agua para el riego, ¿verdad?
Sí, vamos con retraso. Uno de los principales motivos son las infraestructuras antiguas. Por ejemplo, en Ponent, la zona oeste, hace 150 años el sistema de riego de los Canales de Urgell fue muy moderno, muy innovador. En aquellos momentos, la única forma de regar era por inundación, pero ahora esto ya no es eficiente y tenemos más tecnologías y también posibilidades distintas de cultivar. Ahora es necesario que el agua llegue presurizada a las parcelas y no a través de canales abiertos.

¿Canalizar el agua de los ríos?
Sí. La que procede de pozos ya llega presurizada. Pero la que procede de ríos, en muchas zonas llega a las parcelas a través de acequias abiertas, muchas de las cuales tienen pérdidas. Y, en muchos casos, después los campos se riegan por inundación, lo que es muy poco eficiente. En cambio, si se utiliza un sistema de distribución de agua presurizada, con tuberías, y dentro de la finca se reparte con aspersores o por goteo, el agua se convierte en cosecha más eficientemente: pierdes menos agua y puedes controlar cuándo riegas y durante cuánto tiempo. En períodos de sequía, quienes riegan por inundación son más frágiles porque no tienen margen de maniobra. En este sentido, en la llanura de Lérida hay bastantes deberes pendientes, y se habla mucho de ello, pero también en Gerona tienen deberes. Se está trabajando a ambos lados.

¿Por qué vamos con retraso?
Porque muchos de estos canales se construyeron a iniciativa privada, pero ahora no se puede cargar todo el peso de su modernización sobre los agricultores: que tengan que hacer una inversión de mejora para gastar menos agua con tal de que la aprovechemos todos, no es un gran estímulo para ellos, y más teniendo en cuenta que muchos propietarios no son agricultores en activo, sino que alquilan los terrenos a otras personas. Debemos pensar en cómo solucionarlo, y mientras tanto la modernización se ha retrasado.

¿Cómo debe llegar esta solución?
Con el entendimiento entre las administraciones y los agricultores. Sobre todo, es imprescindible que los agricultores puedan confiar plenamente en el retorno de sus inversiones.

¿Y el famoso trasvase del agua del Ebro hacia la Cataluña del este podría ser también una solución?
Podría serlo, por supuesto, pero no me corresponde a mí decirlo, porque es una cuestión que debe resolverse políticamente, no técnicamente.

En el IRTA trabajamos en la gestión del agua para usos agrícolas desde que la organización nació, hace cuatro décadas. Esto nos ha permitido conocer muy bien las necesidades de las plantas y de la tierra al tiempo que desarrollar tecnologías que eran ciencia ficción hace muy poco tiempo. ¿En qué enfocáis vuestro trabajo, actualmente?
Si años atrás quizás nos focalizábamos más en los métodos de riego más punteros, y por tanto trabajábamos sobre todo con las explotaciones agrícolas más abiertas y capacitadas para innovar, hoy tenemos una mirada más holística y no queremos dejarnos a nadie ni fijarnos únicamente en el riego. Es decir, para mejorar el uso del agua en la agricultura, no debemos velar solo por la dosificación del riego. También debemos tener en cuenta otras cuestiones: una, la gestión de los suelos; la otra, el sistema de poda o de plantación, que hace que un cultivo sea más o menos vulnerable a la sequía o que necesite más o menos agua. Y, además, debemos tener en cuenta que no en todas partes se puede hacer lo mismo porque no en todas partes existe la misma cantidad ni calidad de agua. Por eso, también estudiamos el uso del agua regenerada de depuradoras para el riego, a la vez que estamos implantando una red de técnicas en todo el territorio catalán que asesoran a los regantes.

El IRTA ha destacado mucho por la implantación de nuevas tecnologías en el riego.
Actualmente, trabajamos sobre todo con los gemelos digitales. Son réplicas virtuales de las parcelas, que nos permiten estudiar qué ocurre en cada finca y qué necesidades tendrá en las semanas y meses futuros. Gracias a los sensores que instalamos en las parcelas, o también por teledetección por satélite, podemos saber qué está pasando: cuánta agua se está aplicando, cuál es la humedad del suelo, qué cultivos hay, y si han crecido más o menos. Así podemos saber si necesitan más agua o la necesitarán más adelante.

(…)
Además, relacionamos todas estas observaciones con modelos digitales que simulan cómo crece el cultivo o cómo se mueve el agua. Y esto es lo que nos permite saber qué va a pasar dentro de una semana o dentro de dos meses. Los gemelos los estamos implementando a tres niveles: primero, en fincas individuales, mediante un sistema que ya hemos transferido a una empresa que lo comercializa internacionalmente; segundo, en territorios grandes, como el Baix Ter o el Pla de Lleida, lo que nos sirvió mucho en situación de sequía, y, tercero, en la gestión de las comunidades de regantes. Esta tercera opción tiene mucho éxito, porque las comunidades de regantes deben solicitar el agua a quien gestiona los embalses, y con los gemelos digitales pueden saber cuánta agua tienen actualmente y explicar a los regantes cómo dosificarla, y además pueden prever cuánta agua pedirán entre todos la próxima semana para no pasarse ni quedarse cortos.

Sistema de mesura de fluxos d’aigua i CO2 per validar teledetecció, en una finca de Maials.
Sistema de medición de flujos de agua y CO2 per validar teledetección, en una finca de Maials.

Todo este trabajo lo hacéis conectados internacionalmente, ¿verdad?
Tradicionalmente, hemos estado muy conectados con la Universidad de Davis, en California, donde también tienen un clima Mediterráneo, y trabajamos con grupos de investigación de todo el arco Mediterráneo, además de Sudáfrica, Australia, Chile o Argentina, que también tienen el mismo clima. Pero, de hecho, en Cataluña y en el resto de España podemos sacar pecho porque probablemente somos quienes hacemos una investigación más avanzada en gestión del agua, con la particularidad de que mucha de esta gestión es colectiva y pública.

Llegaste al IRTA hace más de dos décadas. ¿Qué te trajo aquí?
Mi recorrido no es habitual. Después de la carrera y el doctorado, no hice ningún postdoc, sino que trabajé cinco años como técnico en los campos experimentales de la Universidad de Barcelona. Esto me permitió formar parte de varios grupos de investigación a la vez. Todos tenían en común que hacían trabajo de campo y necesitaban tecnologías para su investigación: instrumentación, simulaciones, sensórica… Pues este, más que el agua, ha sido el hilo conductor de mi recorrido profesional. Podríamos decir que me he ido especializando en la digitalización en el campo. Y, en ese momento, acabé trabajando en un tema sobre Chernóbyl.

¿Nos lo cuentas?
A finales de los noventa, se hacían muchos proyectos sobre cómo solucionar los problemas de las zonas contaminadas por ese accidente nuclear, y sobre cuál debería ser el plan de contingencia si un accidente así ocurriera en Europa occidental. Yo, concretamente, trabajé en dos proyectos europeos para estudiar cómo los contaminantes pasaban del suelo a la raíz. Pues lo hicimos tan bien que el problema acabó.

¿De qué forma?
Parecía que ese accidente representaría un problema durante mucho tiempo, que las zonas afectadas de Ucrania y Bielorrusia quedarían contaminadas durante siglos. ¡Pues ahora estamos importando grano de esas zonas! Una de las conclusiones de esos proyectos fue que la situación se había estabilizado mucho más rápido de lo que pensábamos. Los contaminantes quedaron enganchados a las arcillas del suelo y, aunque sigan allí, no pasan hacia los cultivos. ¡Fue una sorpresa positiva que nos dejó sin trabajo! Tuve que reciclarme, y lo hice en el IRTA.

(…)
Primero, me dediqué a la digitalización de la horticultura intensiva de la comarca del Maresme, pero en aquella época, los invernaderos se vendían para crecer urbanísticamente, así que el trabajo no tenía demasiado futuro. Y terminé en Lérida, aquí, en el Fruitcentre, trabajando en temas de agua.

¿Qué es lo más gratificante de tu trabajo?
Que no solo hacemos burbujas en una pecera, sino que jugamos con fuego real en una trinchera. Y eso, si te sale bien, es gratificante.

¿Nos pones un ejemplo?
En 2023, en el IRTA estuvimos en el ojo del huracán ante la crisis de la sequía. Varios sectores se peleaban, y a nosotros nos situaron de mediador. En Lérida, el conflicto fue entre comunidades de regantes que se disputaban el mismo embalse, y en Gerona fue entre el abastecimiento urbano y el de la agricultura. Fueron dos batallas distintas en paralelo. Tuvimos la suerte de que la situación se aflojó, pero realmente era inevitable que hubiera un mediador. Que nos situaran a nosotros en ese papel fue intenso, muy arriesgado, pero también muy motivador. Fue un reconocimiento.

“En 2023, los agricultores y las comunidades de regantes no podían creer que iban a quedarse sin agua. Es un tema de sostenibilidad ambiental y económica”

¿Podemos decir que ha habido un antes y un después, en tu trabajo?
Sí. A principios de 2023, los agricultores y las comunidades de regantes no podían creer que iban a quedarse sin agua. Decían que nunca había pasado. Ahora sí lo creen: aquello pasó y puede volver a ocurrir. Y no es un tema únicamente ambiental, sino de sostenibilidad económica.

¿Cómo te gustaría imaginarte el sector agrícola catalán, de cara a 2030?
Me gustaría que los agricultores estén más empoderados. Que se sientan lo suficientemente valientes y con confianza en el futuro para hacer las inversiones que necesitan. Y, como decía, para conseguirlo deben combinar la sostenibilidad económica con la ambiental. Están haciendo esfuerzos y esta es la dirección.

¿Y con respecto al IRTA?
Pues me gusta mucho estar rodeado de un equipo tan competente. Es de las cosas más gratificantes. Personas competentes y también muy implicadas en el sector. Esto no se encuentra en cualquier institución y es uno de los aspectos más atractivos del IRTA.

Bona part de l’equip del programa d’Ús eficient de l’aigua en l’agricultura.
Buena parte del equipo del programa de Uso eficiente del agua en la agricultura, que Casadesús lidera.

Hoy, ¿qué es lo que más te mueve como investigador?
Creo que debemos ver el agua de forma integrativa, holística, en varias escalas al mismo tiempo. Parcelas individuales, fincas de comunidades de regantes, que si dan más agua a una parcela quizás deben dar menos a otra, y también a escala nacional. Un mismo embalse o acuífero suministra agua a mucha gente, y debemos mirarlo así. El agua de una finca está relacionada con cuánta fruta dejamos en el árbol, qué tamaño de árbol tenemos, qué variedades, y también está relacionada con lo que se está haciendo en el territorio. Creo que la gobernanza colectiva del agua es el camino.

PUBLICADO EL

28/03/2025

Personal relacionado

Suscríbete a la Newsletter IRTA

La actualidad de nuestra investigación y las próximas jornadas y cursos, directamente en tu e-mail

This site is registered on wpml.org as a development site. Switch to a production site key to remove this banner.