Un estudio publicado recientemente en la revista Environmental Science and Technology propone una metodología para evaluar los efectos de los cambios de la salinidad del agua, incluyendo por primera vez los impactos positivos relacionados a un aumento de la concentración salina, o los efectos negativos asociados a menor concentración. El estudio se ha realizado en la Ría de Arousa (Galicia) y amplía las metodologías clásicas en ciclo análisis de la vida para poder incluir los impactos asociados a las variaciones de concentración de sustancias elementales como la sal que no se pueden clasificar como a sustancias contaminantes.
«Se sabe que los cambios en la salinidad afectan a los ecosistemas, pero hasta ahora no existían modelos ambientales para medir estos efectos y los métodos que existían consideraban la sal desde la perspectiva de la ecotoxicidad», comenta Montserrat Núñez, investigadora del programa de Sostenibilidad en biosistemas del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y una de las principales autoras del estudio. Este enfoque implica que cuanto más altas sean las concentraciones de contaminantes, mayores son los efectos. Pero la sal no es un contaminante, sino una sustancia esencial, por lo que este planteamiento no tiene en cuenta los efectos negativos de una disminución de la salinidad del agua como los estuarios gallegos- ni los efectos positivos debido a un aumento de la concentración -cuando la salinidad de los estuarios se recupera después del evento de baja salinidad.
En los últimos años se han repetido hechos en los que peces y algunos moluscos como los berberechos habían muerto de forma masiva y repentina en las rías gallegas, donde la única explicación posible de estos hechos fue la drástica caída de la salinidad por la apertura de los embalses. «Las actividades antropogénicas, como el riego o la gestión de presas, pueden modificar drásticamente la salinidad de las aguas de transición entre agua dulce y salada, como la de las rías gallegas. Además, el cambio climático está intensificando el ciclo del agua en el planeta, alterando los patrones de precipitación y evaporación, por lo que la salinidad del agua está cambiando», advierte la Dra. Núñez. El estudio también destaca la concentración óptima que debe existir en el ecosistema para que esté en condiciones de normalidad. «Por tanto, las concentraciones de sal por encima o por debajo de ese nivel generarán impactos negativos», añade.
El trabajo ha sido financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) a través del recientemente finalizado proyecto TREASURE y también a través del programa postdoctoral Beatriz de Pinoso de la Generalidad de Cataluña.
Referencia del artículo:
Roibás-Rozas, A., Núñez, M., Mosquera-Corral, A., & Hospido, A. (2022). Modeling the Impact of Salinity Variations on Aquatic Environments: Including Negative and Positive Effects in Life Cycle Assessment. Environmental science & technology.