En las últimas semanas se han rescatado 351 ejemplares de nacras de la Punta de la Banya, en la bahía de los Alfaques, en el delta del Ebro, gracias a las aportaciones realizadas en la campaña de micromecenazgo «Ni una nacra menos». También se han podido constatar los daños provocados por el temporal Gloria en las poblaciones de este bivalvo gigante y endémico del Mediterráneo, del que el delta del Ebro es una de las últimas reservas genéticas. «De los 533 individuos vivos que había en la bahía del Fangar antes del temporal ahora solo quedan 12, es decir, un 2,3%», explica Patricia Prado, investigadora del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA). Los daños se produjeron porque el temporal vertió sobre las nacras una cantidad enorme de sedimento y porque provocó una disminución de la salinidad debido a la mezcla de agua dulce con agua salada. La bahía del Fangar era el único punto de la costa española que, antes del temporal, no sufría los efectos del protozoo Haplosporidium pinnae, que provoca mortalidades de hasta el 100% en los individuos de esta especie. Es por ello por lo que Prado califica la situación de «desastre ecológico».
Sin embargo, no todo son malas noticias. En la zona de la Torre de Sant Joan, donde se pensaba que había muy pocas nacras, se censaron un total de 242 individuos y la densidad era localmente alta; además, como apuntala investigadora, «aún queda mucha superficie por explorar», por lo que podrían encontrarse más.
Patricia Prado, junto con otros técnicos del IRTA, técnicos de la Fundación Zoo de Barcelona y voluntarios de la Federación Catalana de Actividades Subacuáticas (FECDAS), la Sociedad Española de Ornitología (SEO Birdlife), la Universidad de Barcelona (UB) y VIMAR han sido las personas que este verano han trabajado para estudiar, censar y salvar las últimas nacras del delta del Ebro. El proyecto ha sido posible gracias a la colaboración ciudadana y al apoyo de muchas empresas locales que han colaborado desinteresadamente en las recompensas del micromecenazgo. Podéis consultar más información sobre la campaña de micromecenazgo en este enlace.
Un bivalvo singular
La nacra (Pinna nobilis) es un molusco bivalvo, como el mejillón o la almeja, que solo vive en el Mediterráneo. Es el más grande de esta área ―un adulto puede superar el metro de longitud― y uno de los más longevos ―puede llegar a vivir más de 50 años. Se trata de una especie singular, muy característica de nuestras costas y muy querida por los submarinistas, y juega un papel muy importante en la filtración de las aguas. Sobre su concha se han llegado a identificar más de 120 organismos diferentes, por lo que contribuyen de forma fundamental a la biodiversidad marina.
En solo tres años, la nacra ha pasado de estar incluida en la categoría de «especie vulnerable» a la de «especie en peligro crítico de extinción» en la lista de especies amenazadas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentació (MAPAMA), y a estar incluida en la lista roja de las especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La causa es el protozoo Haplosporidium pinnae, que desde 2016 provoca mortalidades cercanas al 100% en las poblaciones de nacra de aguas abiertas de toda la costa mediterránea. En la bahía dels Alfacs, en el delta del Ebro, los primeros brotes de la enfermedad se dieron en julio de 2018, coincidiendo con unas temperaturas especialmente altas (>28°C). A esta amenaza hay que añadirle la de otro patógeno, una microbacteria que parece contribuir a las mortalidades masivas, así como el hecho de que las nacras de las bahías del Delta viven a una profundidad de entre 20 y 130 cm, por lo que se exponen al choque de las embarcaciones.